Desde que tengo uso
de razón, morderme las uñas ha sido uno de mis peores hábitos, y
hasta hace relativamente poco, no le daba demasiada importancia. Si
que es cierto que durante la adolescencia intenté dejar esta manía,
sobre todo por insistencia de mi madre y principalmente en las épocas
de vacaciones, ya que tenía menos estrés y ese era el mayor
desencadenante. La verdad es que nunca conseguía dejarlo del todo, y
volvía a recaer una y otra vez, hasta que finalmente me resigné y
pasaron los años sin que cambiara nada.
Sin embargo, hace
unos meses este hábito acabó por agravarse, llegando incluso a
hacerme heridas, casi de forma inconsciente. Poco a poco me dí
cuenta de que todo esto repercutía en mis estudios de música, ya
que tengo que emplear siempre las manos, y a veces el escozor o el
dolor me impedían seguir estudiando las horas que necesitaba. En
clase continuamente me mordía las uñas, agravando aún más el
problema, hasta que un día decidí cambiar de hábitos para siempre
y empecé a buscar soluciones.
En un principio
pensé en los métodos tradicionales que todas conocemos: pintauñas
con sabor amargo, tiritas, untarse las manos con ajo… Pero
anteriormente había probado todos estos remedios y ninguno había
servido de nada, así que decidí buscar otras alternativas.
Investigando por
internet descubrí la marca Raylex. Seguramente os sonará, ya que
hace pocos meses sacó al mercado un líquido con sabor amargo que se
aplicaba como si fuera un subrayador. Digamos que es el típico
método del pintauñas que sabe a rayos, solo que más bonito y
bastante más caro (entre 8 y 12 euros si no recuerdo mal). Lo que a
mí me interesó, más que el aplicador, fue que lanzaron también
una app para el móvil, que te ayuda a hacer un seguimiento de tu
proceso de “desintoxicación”, a la vez que te da consejos y
datos un poco desagradables para alentarte a dejar la mala costumbre.
Esto para mí fue un empujón, ya que cada vez que me llevaba la mano
a la boca recordaba alguna de estas cosas y se me quitaban las ganas.
La app tiene un seguimiento de 18 días, pero podéis reiniciar el
proceso cuantas veces queráis (yo ya he perdido la cuenta…).
Otra cosa que decidí
hacer fue pintarme las uñas aunque las tuviera horribles, ya que
había observado de épocas anteriores que haciendo esto conseguía
tenerlas intactas durante el tiempo que me duraba la manicura, así
que empecé a pintármelas casi de manera compulsiva. En un principio
me funcionó, pero en cuanto se me desconchaba alguna uña no podía
dejarla así más de dos horas y acababa sucumbiendo.
De repente empecé a
ser consciente de la cantidad de veces al día que me metía los
dedos en la boca, casi de forma obsesiva, y empecé a controlarme a
mí misma en este sentido, entrelazando las manos cada vez que sentía
la tentación, e incluso empecé a aplicar el método de echarme
crema en las manos para evadirme y pensar en otras cosas.
Así fue como
finalmente descubrí que lo que realmente necesitaba era un
“sustitutivo”, al menos los primeros meses, y me aficioné a los
chicles de todo tipo. Cada vez que tenía el mono, me metía un
chicle en la boca y se me olvidaba la sensación. Poco a poco fui
consiguiendo olvidarme de la necesidad de tener algo en la boca, y a
día de hoy casi no necesito los chicles, aunque siempre llevo unos
cuantos encima por si acaso.
Otra cosa que aconsejo es hacerse una foto el primer día que empiezas, y mirarla de vez en cuando para ver vuestros progresos. A mí me ayudó mucho las primeras semanas, e incluso ahora la sigo mirando para recordarme a mí misma lo que he conseguido. Aquí os dejo un par de fotos del antes y el después, para que alucinéis tanto como yo con el resultado.
Foto del 4 de abril. |
Foto de esta mañana, 19 de mayo. |
Como podéis ver, la diferencia es abismal. Las uñas se ven más sanas, más bonitas, e incluso he observado que la cutícula se ve menos gruesa (no sé si tendrá algo que ver, simplemente lo he notado).
Desde el día que
empecé a dejar este mal hábito han pasado casi dos meses, siendo
el período más largo de mi vida que he pasado sin morderme las
uñas, y el único en el que lo he hecho de forma consciente. Sé que hay mucha gente en mi situación, y que es un hábito
demasiado extendido y demasiado normalizado, pero si has llegado a
este post es porque quizás has decidido que ya es hora de acabar con
esta maldita costumbre. Con fuerza de voluntad se puede, estando
atenta a tu propio cuerpo y a tu mente, que en este caso suele ser la
que más nos traiciona. Morderse las uñas no tiene ventajas, solo
inconvenientes. Aquí os dejo imágenes del antes y el después, por
si aún no estáis del todo convencidas.
Si alguna de
vosotras ha pasado o está pasando por este mismo proceso, no dudéis
en dejar un comentario con vuestra experiencia, así podréis ayudar
a más personas en la misma situación.
Gracias por leerme,
y nos vemos en el siguiente post.
Menuda diferencia, te ha ido genial, muy buenos consejos.
ResponderEliminarEncantada de conocer tu blog, me quedo como seguidora por Google Friend! Te invito a que pases por mi blog también y así nos seguimos ¡Un beso!
Gracias por el comentario Ángela! Ahora mismo le echo un vistazo a tu blog, un beso!
ResponderEliminarHoy eh decidido dejar d hacerlo... Aunq ya lo eh intentado y se eh podido
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